Cien días siendo casta
FOL Tucumán
Se suele difundir desde el periodismo o los analistas políticos la idea que a cualquier gobierno que asume, la población (lo haya votado o no) le da un “plazo de gracia” a la novedad. Una especie de cheque en blanco de paciencia para analizar o tolerar o esperar las medidas que va a tomar. Por lo pronto, los primeros 100 días del gobierno de Milei no trajeron ninguna buena medida ni noticia para los que menos tenemos. La casta política, la casta empresarial y financiera no ha parado de tener beneficios mientras que, como contraparte, el pueblo sigue pagando el ajuste y la deuda que el actual ministro de economía Luis Caputo tomó en la gestión de Mauricio Macri con el FMI.
El Ministerio de Capital Humano, a cargo de Sandra Petovello, vulnera aún más los derechos de quienes ya teníamos dificultades para sostener la vida. Hubo recortes en el programa Potenciar Trabajo, que el último mes además fue desvinculado del Salario Mínimo Vital y Móvil.
Desde diciembre y con la falsa excusa de la existencia de "intermediarios" o "negociados", no llega ni un kilo de alimento a comedores y merenderos de los que dependen cientos de miles de personas en todo el país. Este recorte total a los merenderos y comedores populares hace que sea imposible contener a niñxs, adolescentes, adultxs y ancianxs que cada vez más necesitan alimentos. Muchas semanas tuvimos que reducir los días de merienda porque no alcanza o nos vemos superados en la cantidad de personas que van a buscar asistencia.
Mientras esto pasa desde el gobierno y legisladores se aumentan sus millonarios sueldos con el aval del gobierno, que después intenta retrotraer y denunciar decretos por ellos mismos firmados cuando se hace pública la noticia. ¿No era que al ajuste lo pagaba la casta? Hoy cada vez más familias caen en la pobreza y en la indigencia; y todavía faltan más aumentos de tarifas como la impagable del transporte a $750 que autorizaron sin ponerse colorados Osvaldo Jaldo y el municipio de San Miguel de Tucumán, de Roxana Chahla.
Se necesitan más trabajos para llegar a fin de mes pero estos no existen cuando hay recesión y despidos masivos. Empeora esta situación que el gobierno nacional desarmó las unidades ejecutoras que sostenían obras públicas en clubes, escuelas, centros comunitarios, barrios, capacitaciones y todo lo que dicen que pretenden hacer con la reconversión en los dos nuevos programas. Lo único que buscan es dar bajas masivas y recortar cerca de 250 mil programas.
La licuadora de salarios hace que nuestros jubilados sufran un recorte dramático e inhumano, donde tienen que decidir entre comer, pagar un alquiler o los remedios.
No podemos esperar más porque la vida y el hambre están sucediendo ahora. Aunque profundicen la persecución y busquen -como otros gobiernos ya lo hicieron- atacar a los movimientos sociales como el FOL, es necesario recordar que nuestra tarea es una contención esencial, que llevan adelante cientos de compañeras (porque en su mayoría lo componen mujeres) que le ponen el cuerpo al hambre y la solidaridad en los barrios.
Un gobierno que mira la realidad por tuiter o Excel no logrará nunca entender o trabajar con los sectores populares más que desde prejuicios y falsedades. Hace años que venimos diciendo que donde no hay organizaciones, el narcotráfico avanza más rápido y copta sobre todo a nuestra juventud.
En nuestros espacios además de comer o merendar los vecinos y niños socializan, hacemos acompañamiento a las vecinas que son violentadas, tenemos espacios de apoyo escolar y recreación, además del desarrollo de las cooperativas que buscan una salida laboral. Pero se dificulta mucho cuando no hay políticas de estado que acompañen todo esto. Por eso luchamos contra los anteriores gobiernos y contra este, por nuestros derechos. Hace 100 días Javier Milei no ha parado de ajustar y reprimir al pueblo, intentando además aprobar un protocolo ilegal "antipiquetes". No es posible ser libres con hambre, sin trabajo y perdiendo nuestros derechos. No lo permitiremos. Es nuestro derecho organizarnos para cambiar nuestra realidad. La salida es colectiva y no individual.