Posicionamiento del FOL ante las elecciones generales.
Organización y resistencia ante la avanzada ultraderechista de Milei y los ajustadores: Llamamos a votar al Frente de Izquierda de los Trabajadores Unidad (FITU)
Desde el Frente de Organizaciones en Lucha vemos con preocupación el escenario que quedó conformado post PASO y la avanzada ultraderechista encarnada en el triunfador de los comicios, Javier Milei.
El descontento social contra quienes han gobernado el país hasta la actualidad se manifestó de diferentes maneras, por un lado en el voto a Miliei y por el otro en un abstencionismo que crece y deja a la vista una crisis de representación. En un ambiente de repudio generalizado a la dirigencia tradicional, se combinan el enojo y frustración, con la esperanza de que votando a alguien desconocido se pueden producir cambios.
Es obtusa la reflexión que se conforma con culpar a quienes votaron a Milei sin considerar que las condiciones para que ello suceda surgen de las políticas de ajuste llevadas a cabo por los gobiernos de los últimos años y que en el último tiempo cayeron bajo la tutela y directrices del Fondo Monetario Internacional (FMI). La decisión de pagar la estafa de 45 mil millones de dólares contraída por la gestión de Mauricio Macri y Cambiemos y la devaluación del dólar oficial tras las PASO hizo que el precio de los alimentos se disparara y que probablemente terminemos con un 200% de inflación anual. Las medidas para amortiguar este impacto llegaron tarde y son insuficientes para una población muy golpeada. Todo redunda en un empeoramiento de las condiciones de vida de la clase trabajadora y una desesperanza generalizada. Además, no podemos dejar de mencionar que el gobierno del Frente de Todos aportó a la construcción de Milei fiscalizando y cuidando sus boletas, impulsando el corte de boleta en su favor, como así también ayudando a conformar las listas en varias provincias.
En este panorama, las expectativas que había generado el Frente “Todos” en una porción importante de la sociedad en 2019 se dilapidaron. La condescendencia con las directivas del FMI fue acompañada con una sumisión constante ante los grandes capitales. Cada vez que las grandes entidades del agro aprietan o amenazan con un golpe de mercado, el oficialismo no ha hecho otra cosa que ceder, sea en Vicentín o con el dólar soja. Lo opuesto sucede cuando los sectores populares nos movilizamos por nuestras demandas urgentes. La respuesta suele darse a través de ataques mediáticos, criminalización y judicialización de activistas, represión y recortes de programas de empleos, alimentos, etc.
Podemos decir que en algunos debates la grieta no existe o se disimula bastante. Desde la derecha más putrefacta hasta la dirigencia “progre” han coincidido en denunciar a las organizaciones sociales como el problema de lo que acontece en el país y no como parte de la solución. Poco se dice respecto a que los programas de empleo representan el 0,7% del PBI, mientras las exenciones y subsidios a las grandes compañías superan el 5%. Los constantes ataques a nuestros movimientos no solo buscan legitimar el ajuste llevado a cabo en la cartera de Desarrollo Social sino que también se persigue la regimentación de las organizaciones del sector. De esta manera hemos visto ensayar una serie de iniciativas tendientes a desarticular nuestros espacios con el objetivo de fortalecer las estructuras de intendentes y gobernadores, con sus respectivas redes punteriles y clientelares.
A su vez, hay que remarcar que los tres principales partidos patronales con más votos llevan en sus listas a candidatxs que abiertamente plantean avanzar en contra de los derechos conquistados por las mujeres, lesbianas, trans, travestis y personas no binarias. Muestra de esto son las declaraciones que apuntan a cerrar el ministerio de Mujeres, Género y Diversidad y dar marcha atrás en la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
Del extractivismo ni hablar, el grueso de las plataformas en disputa acuerdan consolidar dicha perspectiva con el objetivo de acceder a los dólares que permitan pagar la deuda externa, aunque esto implique el sacrificio de nuestras tierras, comunidades y bienes naturales.
Todo este malestar se canalizó en las PASO con un voto bronca hacia los partidos que ya han ocupado cargos de gestión y nos han llevado a la ruina. Consideramos que el porcentaje obtenido por La Libertad Avanza no es expresión de que un 30% de la sociedad es reaccionaria o de derecha, sino que en ese resultado se conjuga una expectativa frente a lo que parece ser “nuevo” y un sentimiento de hartazgo y descreimiento hacia los partidos tradicionales. A esto se le suma que un tercio del padrón optó por expresar su bronca no participando de los comicios y un 6% votó en blanco o impugnó su voto. El crecimiento considerable de esta opción es una muestra más del descontento que genera la coyuntura actual.
Frente a esto, desde el gobierno no aportan nada nuevo, sino una reaparición de la tan gastada teoría del “mal menor” y la promesa de evitar una caída mayor a la que se viene sufriendo. Por el contrario, desde nuestro lugar como movimiento social con definiciones políticas, continuamos organizándonos para construir poder popular en pos de un cambio social de raíz. Entendemos que las penurias que vivimos a diario son producto de la explotación y depredación del sistema capitalista y patriarcal, que está llevando a la destrucción del planeta. Dentro de ese marco, las elecciones son un instrumento más de las burguesías para perpetuar su poder y el de su clase.
Aun así, a lo largo de nuestro recorrido nos hemos dado un gran debate en torno a qué postura asumir en los escenarios electorales en donde gran parte de la sociedad se predispone a debatir con una mayor apertura. Hemos atravesado diferentes posicionamientos según la coyuntura y albergamos hacia nuestro interior diferentes posturas que van desde la opción de boicot al sistema eleccionario mediante la abstención o el voto en blanco, hasta posiciones que consideran que las elecciones son una táctica válida de intervención para las expresiones combativas, aunque en ellas no se resuelvan los destinos de nuestra clase.
Desde estas diferentes posturas hemos llegado a la conclusión de que no nos da lo mismo que en las barriadas populares los debates electorales estén determinados por los ejes de nuestros enemigos de clase. Nos parece importante que pueda haber una agenda que ponga en foco las consecuencias generadas por el sistema capitalista y patriarcal.
En ese contexto, y como venimos haciendo desde hace algunos años, llamamos a votar al Frente de Izquierda y los Trabajadorxs Unidad (FITU) ya que en su programa vemos coincidencias con nuestra perspectiva de lucha cotidiana. El FITU plantea el debate por la reducción de la jornada laboral a 6 horas sin reducción salarial, con el objetivo de generar más puestos de trabajo afectando las ganancias de los grandes empresarios y a su vez, pone sobre la mesa la centralidad de la lucha por el salario igual a la Canasta Básica Familiar. Ambas son cuestiones fundamentales para nuestro sector.
Por otro lado, son una de las únicas fuerzas políticas que ha planteado abiertamente no pagar la deuda ilegal, ilegítima y usurera con el FMI y que las prioridades deben estar puestas en la deuda histórica que tienen los distintos gobiernos con el trabajo, la salud, la educación y la vivienda, entre otros aspectos.
Plantean recuperar los bienes estratégicos para ponerlos al servicio del pueblo trabajador. En ese sentido una propuesta clave es la estatización de empresas públicas bajo control de sus trabajadorxs y usuarixs. También reconocemos que son compañerxs de lucha con los que nos hemos encontrado en la calle a lo largo de la historia y que en estas elecciones generales son la única expresión de izquierda con independencia política de los partidos patronales que viene demarcando ejes anticapitalistas y feministas.
Nuestros aportes a construir una alternativa de izquierda que se empodere
En estas elecciones hacemos un llamado crítico a votar al FITU, porque creemos que marcar nuestras diferencias y matices aporta a construir una alternativa de izquierda sólida y que pueda pensarse a sí misma y revisar sus prácticas en el hacer cotidiano.
Por eso, remarcamos que es un error para nuestra clase fomentar los internismos injustificados y el sectarismo como respuesta a las diferencias que van surgiendo. Entendemos que estas son prácticas que nos dividen y nos debilitan como alternativa anti-sistema. Las disputas electorales no pueden ser lo que guíe nuestra política y orientación general. Los esfuerzos militantes deben estar destinados a construir un programa de izquierda que acompañe las luchas de la clase trabajadora, que esté en la calle junto a los reclamos y las necesidades del pueblo.
También consideramos que la lógica autoconstructiva de las estructuras partidarias se lleva a cabo en desmedro de la unidad de lxs que luchan, lo que queda expresado en rupturas y abroquelamientos varios. Es fundamental que el FITU apunte a construir desde lo estratégico (y también práctico) la libertad y convivencia de tendencias que trabajen mancomunadamente para generar procesos organizativos que pongan en el centro a la autoactividad de las masas. Albergar a otras tendencias, aparte del trotskismo, es un desafío importante que entendemos que debe atravesar las discusiones dentro del FITU para poder crecer y fortalecer esta herramienta. No haberlo hecho es una de las grandes debilidades y límites del espacio.
Estas críticas y aportes no las hacemos desde “afuera”, sino que parten del mismo campo de lucha y de izquierda. Entendemos que muchas veces no quedamos exentos de reproducir estas prácticas, pero sí vemos necesario reflexionar al respecto si lo que queremos es afrontar el período que se abre en mejores condiciones. Nadie se salva solx y por eso proponemos levantar una alternativa de izquierda, una fuerza social revolucionaria, que logre acumular el descontento político de las masas en la perspectiva de un cambio de raíz de este sistema que nos explota y nos oprime. Vemos necesario construir iniciativas prefigurativas con centralidad en la democracia directa y de base, así como el empoderamiento de los procesos autoorganizativos de nuestra clase, apuntalándonos en la lucha directa y callejera contra el ajuste y la represión de arriba. Es necesario entender que más allá del proceso electoral en curso, la organización y resistencia popular deberán fortalecerse, desde una perspectiva multisectorial, ante un futuro turbio para los sectores populares.
Por todo esto, hacemos un llamado a votar al Frente de Izquierda de los Trabajadores Unidad (FITU) apuntando a levantar un programa anticapitalista y antipatriarcal que enfrente y frene el avance de la derecha y los ajustadores que se disputan el poder.
Frente de Organizaciones en Lucha en la Coordinadora por el Cambio Social