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Frente de Organizaciones en Lucha » Novedades » 12 oct 2022

Historias de vida

Jimena, referente en zona Oeste: “No somos vagxs, nosotrxs hacemos lo que el gobierno no hace”

Empezó desde abajo y por necesidad, como la gran mayoría de quienes integran los movimientos sociales. En el camino encontró la contención y acompañamiento que necesitaba para salir fortalecida.


Jimena es una de la referentes del FOL en la zona oeste del conurbano bonaerense, más precisamente de Villa Celina, una localidad del populoso partido de La Matanza. Se sumó al FOL en el año 2009 ya que como la mayoría de las compañeras que se acercan al movimiento necesitaba cuestiones básicas y urgentes: tener trabajo y comida para su familia. Pero con el correr de los años, Jimena descubrió un nuevo horizonte y pudo palpar en carne propia lo transformador que puede ser el organizarse colectivamente.
Jimena nació en La Paz, Bolivia. Allí conoció a su esposo y tuvieron un hijo. Por aquellas épocas se las ingeniaba vendiendo papas fritas en un puesto callejero, pero la plata no alcanzaba y la situación se hacía cada vez más apremiante. Por eso decidieron migrar a Argentina, con la esperanza de tener una vida más segura y tranquila, conseguir un trabajo, tener una vivienda propia y todo lo que cualquier persona trabajadora sueña.
Pero el primer tiempo no fue nada fácil, ya que aquí el trabajo también escaseaba. “Al principio me costó acostumbrarme. Iba a los trueques y ahí conocí a una vecina que había tenido un familiar en la organización y me invita a sumarme. Me dijeron que iban a generar trabajo entonces yo me sumo por eso” recuerda.
En su familia son siete, y para ese entonces sus niñxs eran muy pequeñxs y no tenía con quien dejarlos. Como para la mayoría de las mujeres, sostener un trabajo a tiempo completo y a su vez garantizar las tareas del hogar, llevar y traer a lxs niñxs a la escuela, hacer la comida y acompañerlxs en sus tareas, es casi una misión imposible. Además su marido la maltrataba y le decía que si él se iba ella no iba a poder sola con lxs chicxs, que nadie la iba a tomar en ningún trabajo.
Pero en el FOL encontró contención y pudo visualizar que había otras mujeres en su misma situación. En la organización se brindaba la posibilidad de llevar a sus hijxs al trabajo y comprendían cuando alga vez tenía que faltar porque algunx de sus niñxs estaba enfermx. Esto la fue fortaleciendo poco a poco. “Sumándome a la organización aprendí muchas cosas, siempre estuve en el área de género y ahí me di cuenta que no iba a seguir recibiendo maltrato verbal. Yo sé que puedo, y en un momento me cansó y dije basta. Así pude salir adelante por mí misma, por el trabajo que tengo en el FOL, yo con eso mantengo a mis hijxs” dice orgullosa.
Su primer puesto fue bajo el programa Argentina Trabaja, donde empezó realizando tareas de limpieza y zanjeo, y luego participó de la construcción del comedor. Pese a que el gobierno no suministraba los insumos ni las herramientas necesarias, se las ingeniaban y cada una ponía lo que tenía. “Yo me sentía re bien con las compañeras porque veíamos que estábamos haciendo algo para el barrio cosa que nunca nadie había hecho”.
A medida que el comedor iba creciendo se multiplicaban las tareas organizativas y los desafíos. Al principio Jimena no se sentía segura para avanzar en tareas de mayor responsabilidad, pero fue elegida por sus compañerxs para ser delegada del barrio y participar de la mesa de centralización política del movimiento. Pese a sus temores, fue asumiendo su nuevo rol con responsabilidad y se transformó en una compañera muy querida y valorada, ya que se destaca por su compromiso y por su dedicación hacia el resto. Jimena viaja todos los viernes hacia Capital Federal para participar de la reunión, es una de las primeras en llegar y una de las últimas en irse, pese a que la reunión termina de noche y el trayecto hasta su casa es largo.
“No somos vagxs, nosotrxs hacemos lo que el gobierno no hace” dice Jimena y se indigna con los discursos que circulan en los medios hegemónicos de comunicación cada vez que salen a la calle para reclamar sus derechos. “Es la única forma de que el gobierno nos escuche” dice y argumenta que no es el Estado el que está a disposición cuando alguna compañera está sufriendo violencia de género o cuando una familia no tiene para comer, sino que son los movimientos sociales los primeros en tender una mano y un espacio de escucha y acompañamiento. “Somos quienes estamos organizadas las que acompañamos a nuestras compañeras para que hoy no estén muertas, porque si no estuviéramos nosotras muchas de nuestras compañeras hoy no estarían, esa es la realidad” afirma.

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