Tras una asamblea el FOL en Puerto Madryn decidió comenzar a realizar una huerta orgánica en un predio cedido por una de las integrantes de la organización. Así se suman a las numerosas huertas que el movimiento desarrolla en todo el país con el objetivo de fomentar el cuidado del medio ambiente, el cultivo de alimentos sin agrotóxicos y el abastecimiento para los comedores que asisten a cientos de familias en un contexto de crisis y escalada de la pobreza.
La preparación del terreno, ubicado en barrio Malvinas, comenzó a fines de noviembre con una cuadrilla integrada por 12 personas. “Se armó un cronograma de trabajo para ir todos los días a regar en turno mañana y tarde-noche. Los martes y jueves haríamos plantines y después los sembramos en la huerta” explica Johana una de las referentes de la zona.

En algunas regiones quienes llevan adelante este tipo de emprendimientos pasaron su infancia en el campo o viendo a sus familiares trabajar la tierra, pero luego al mudarse a las grandes ciudades esos conocimientos quedan guardados. Por eso la huerta es una forma de recuperar antiguos saberes sobre el cultivo de la tierra, las semillas y los ciclos de la naturaleza y genera un vínculo muy fuerte.
Es así que el FOL lleva adelante una política activa para fomentar huertas en todos los territorios en los que construye, debido a la apropiación que genera y también porque sirve como disparador para discutir acerca de diversas problemáticas ambientales. Si bien las huertas son experiencias micro, ya que son pocas las que producen a mediana escala, son un puntapié ideal para debatir en contraposición con la forma de producir del sistema extractivista, que destruye y saquea los suelos solo para generar ganancias en sectores reducidos.

La provincia de Chubut se vio particularmente atravesada por este sistema de producción, tras el intento de instalar allí emprendimientos megamineros que llevarían a la contaminación del agua y a enormes pérdidas de bienes naturales muy valiosos. De hecho la provincia ya sufre una crisis hídrica que deja a varias ciudades y pueblos sin agua, sobre todo durante los meses de verano. Madryn es una las afectadas.
A su vez, las huertas permiten generar alimentos sanos para cientos de familias pobres que asisten a los comedores. La crisis económica que se pronunció de manera drástica por el Covid 19 generó un crecimiento abismal de la cantidad de comensales en los barrios populares, y es sabido que los alimentos que destina el gobierno son escasos y de mala calidad. En la mayoría de los casos se trata puramente de harinas, sin ninguna variedad nutritiva. Por lo tanto, las verduras que lxs trabajadorxs del FOL sacan con sus propias manos y esfuerzo son un aporte enorme a la salud comunitaria.
Por último, otro de los beneficios que genera este tipo de proyectos es la posibilidad de vinculación con la comunidad. Limpiar terrenos en desuso, generar alimentos saludables, tener la posibilidad de reciclar materia orgánica y así reducir la basura, son iniciativas que aunque sean chiquitas generan grandes transformaciones en los lugares en los que se emplazan y son el inicio de una perspectiva de cambio social a largo plazo.