Aniversario
10 años de lucha: un recorrido por el surgimiento del 7 de Abril-FOL en La Plata
Desde las primeras asambleas en tres barrios platenses hasta la construcción de un movimiento que pisa fuerte en la región, un repaso por la historia de trabajo y lucha colectiva.
El Frente de Organizaciones en Lucha en la ciudad de La Plata comenzó siendo el Movimiento 7 de Abril. En el año 2011 empezaron a construirse los primeros comedores en el barrio Altos de San Lorenzo a raíz de la problemática en torno a la tenencia de las tierras. En diez años pasaron de ser 3 incipientes asambleas a expandirse a 18 espacios incluyendo los municipios de Berisso, Ensenada y Berazategui. El crecimiento se dio al calor de la lucha y la organización colectiva, pero también es el reflejo de los acontecimientos que fueron marcando la época.
Las primeras reuniones en Altos de San Lorenzo comenzaron a realizarse entre un grupo de jóvenes que provenían de la militancia universitaria y lxs vecinxs del barrio que se encontraban luchando desde hace tiempo por la posesión de las tierras que habían recuperado para vivir.
Soledad, una de las primeras vecinas que se acercó, cuenta que fue porque estaba muy preocupada a raíz de los rumores de un posible desalojo. Ella, junto a su marido, vivían en Argentina desde hacía algunos años y trabajaban todo el día para tener un lugar propio y poder traer a sus hijos que habían quedado en Paraguay.
“Después se me fue abriendo más la mente, y fuimos más allá. Una vecina ofreció el lugar para hacer Casa Compartida y cuando estaban empezando a cavar y limpiar era todo alegría y un sueño a largo plazo” recuerda Sole. Casa Compartida fue el primer centro comunitario del movimiento 7 de Abril, allí se realizaba una merienda y el apoyo escolar para lxs chicxs del barrio.
Luego se construyó otro espacio a unas diez cuadras de ahí, en un terreno que donó un vecino para armar otro comedor; el lugar con el tiempo adquirió el nombre de “Expropiemos el Futuro”. A su vez, a través del contacto de una vecina se enteraron que había unas familias que estaban intentando recuperar unos terrenos baldíos en la zona de barrio aeropuerto.
“Había muchas familias que vivían hacinadas en ranchitos muy chiquitos. Fue todo muy rápido. Al principio eran 30 y después terminaron siendo 170 familias. Esas 10 hectáreas se pudieron lotear para que tuvieran un lugar donde vivir” relata Nicolás, uno de los referentes. A partir de allí se construyó el tercer centro comunitario que se llamó Ogaguazú (casa grande en guaraní).
Carmen, la delegada del nuevo barrio cuenta que en un principio hacían las asambleas pero no tenían ningún recurso por lo cual se organizaban para vender comida y juntar plata para el comedor. “Yo me acerque para ayudar a la gente” dice Carmen, que recuerda que antes “estaba tan encerrada que me enfermaba más, porque sufro de asma. La doctora me recomendó salir y buscar algo que me guste, y participar ahí me ayudo a despejarme un poco”.
Según explicó Nicolás, los primeros dos años del movimiento fueron una etapa de consolidación de esas tres primeras asambleas. “Al principio costaba mucho conseguir recursos” dice, “teníamos una militancia más de puerta a puerta con lxs vecinxs, pero no lográbamos resolver el tema reivindicativo. Desde un principio estuvimos articulando con el FOL que nos cedía algunos programas de empleo y mercadería, y a principios del 2013 nos incorporamos a su mesa de Buenos Aires. Pero el gran salto se da en las inundaciones del 2013”
Momento clave: La mayor inundación en la historia de La Plata
El 2 de abril del 2013 La Plata vivió uno de los hechos más trágicos de su historia reciente. La ciudad de las diagonales que nació bajo el paradigma de la planificación, hacía tiempo que había dejado de ser una urbe organizada. La construcción indiscriminada de edificios sin la estructura para soportarlos, la expansión a zonas donde antes existían humedales, y la falta de obras públicas, hicieron que en pocas horas la ciudad se encontrara sumergida bajo el agua. La catástrofe, que no tuvo nada de natural sino que fue producto de la desidia estatal, arrojo un saldo de 2200 evacuadxs y un registro oficial de 89 muertos aunque por diversas denuncias se sospecha que el número fue aún mayor.
“En esa noche no vino ninguna autoridad para ver si estábamos vivos o muertos. Nos ayudábamos entre vecinxs. Perdimos todo” dice Sole. Al día siguiente el movimiento organizó una movilización al Ministerio de Desarrollo Social de la provincia y se encontraron con las puertas cerradas, por lo cual se dirigieron al Municipio. “no logramos mucho, lo que más nos ayudó fue el movimiento. Fue la peor pesadilla”.
Para ese entonces, ya existía la Corriente de Organizaciones de Base La Brecha, espacio que agrupaba a diferentes organizaciones entre ellas el FOL y el 7 de Abril. Desde allí se organizó una red de asistencia alimentaria para 55 puntos de la ciudad. Así comenzaron a gestarse nuevas asambleas del movimiento en otras zonas. “Teníamos un debate de si toda la fuerza la teníamos que canalizar en luchar contra el municipio para que el Intendente Pablo Bruera renuncie, o si teníamos que aprovechar el momento para acumular organizativamente con todas esas familias que se habían organizado para superar la inundación” explica Nicolás.
“Nos sentíamos mal porque somos extranjeros, y pensábamos que no teníamos derecho de pedir ayuda en ningún lado. Lxs compañerxs nos dijeron que al igual que otras personas que viven acá teníamos los mismos derechos, nos hablaron de la organización y nos dijeron si queríamos participar” dice Nelly, una de las referentes en la zona de Tolosa que comenzó sus primeros pasos en aquel momento de crisis. “Fueron como un ángel caído del cielo, porque ahí empezamos a reunirnos, llevábamos todas nuestras dudas” agrega respecto a ese primer acercamiento al movimiento.
A partir de allí, el 7 de Abril conformó asambleas en Tolosa, San Carlos, El Carmen y Barrio Obrero (Berisso). Al poco tiempo también hicieron contacto con un grupo que provenía de la ruptura de una organización llamada Mup en Lucha y que se encontraban en la zona de El Peligro. En el año 2014 esa organización decide incorporarse al FOL La Plata y a partir de allí se da una etapa de crecimiento y masificación de la organización. A través de la lucha por las inundaciones se fueron ganando los primeros puestos de cooperativas municipales y las primeras bocas para descarga de alimentos.
Respecto a este crecimiento, Sole recuerda que al principio le daba un poco de temor porque no sabía si iban a poder contener a todxs, pero que luego se dio cuenta que “las compañeras querían luchar, querían lo mismo que nosotras. La organización crece cuando ve que lxs vecinxs tienen alguna oportunidad y cuando ven como los tratan. Muchos se van a otros movimientos y después quieren volver. Yo creo que se ven más contenidxs, más seguros (…). Uno como persona busca donde encaja bien, donde te tratan bien y te sentís bien, y eso es lo que están buscando muchas compañeras”
Coincide con Nelly que al principio desconfiaba y pensaba “¿por qué nos están ayudando sin nada a cambio?” y agrega “yo era muy callada, no podía ni opinar, y cuando empecé el trabajo ya no me callaba nada. Me encariñe con lxs compas por las cosas que decían, me iba a casa como más liviana, iba con un peso y me salía más libre. Me gustaba como me sentía y dije esto es para mí, me quedo con esto”. Para Carmen también fue un logro el crecimiento de la organización y el poder ayudar a tanta gente en un momento tan crítico.
Segundo momento clave: profundización de la crisis y Ley de Emergencia Social
Con la asunción de Mauricio Macri a la presidencia se profundizaron los niveles de pobreza, desocupación y hambre y se incrementó la brecha de desigualdad social. En el 2016 a raíz de la intensa lucha en la calle se sancionó la Ley de Emergencia Social y de las Organizaciones de la Economía Popular, que apuntaba a crear un millón de programas de empleo denominados por el macrismo como “Hacemos Futuro” y “Salario Social Complementario”. A partir de allí se dio un fuerte incremento en las bases de los movimientos sociales ya que miles de familias se acercaban en busca de trabajo y de un plato de comida.
“Años antes ya habíamos charlando que a partir de la crisis del 2008 iba a haber un crecimiento de la desocupación, que se iba a terminar el crecimiento económico a tazas chinas, y que teníamos que ir construyendo en diferentes puntos de la región y no quedarnos en uno o dos barrios. Esas semillas que plantáramos iban a crecer al calor de la pobreza que se venía” cuenta Nicolás.
Así se comenzaron a tejer lazos en Ensenada y en Berazategui donde de a poco se fueron conformando nuevas asambleas. Todo este proceso de masificación estuvo atravesado por la necesidad de equilibrarlo con lo que llaman Trabajo Territorial Complejo, es decir una organización que apunte a construir poder popular mediante el sostenimiento de diversas áreas de trabajo que complejizan el desarrollo en los barrios y apuntan a abordar diversas problemáticas. Bajo esta premisa el FOL desarrolló diversas comisiones como la de género, niñez, juventud, ambiental, trabajo y productivos, salud, bachilleratos populares, cultura y comunicación, entre otras.
“Me alegra el crecimiento, son miles de mujeres que tal vez viven oprimidas, maltratadas por el agresor con el que viven, y si conocen a la organización no se van a sentir solas, van a estar con nosotras. Creo que es por el empoderamiento de las mujeres, ya no somos las sumisas, estamos más empoderadas y salimos para decir yo quiero, yo puedo” dice Nelly y da cuenta por un lado de una característica de los movimientos sociales que es que la mayor parte de sus integrantes son mujeres; y por otro de ese trabajo territorial complejo que se hace para acompañar a cientos de mujeres que atraviesan situaciones de violencia de género.
En el 2020 la pandemia del Coronavirus produjo un nuevo crecimiento masivo del FOL en La Plata, se abrieron nuevas asambleas completando un total de 18. Como decía Nelly, fueron principalmente las compañeras las protagonistas de sostener las ollas, asistir a las familias aisladas, luchar por los testeos en los barrios y luego por la vacunación para todxs lxs compañerxs. Además durante este periodo también se brindó asistencia alimentaria a nuevos grupos que habían quedado totalmente al margen de las políticas de contención del Estado: lxs trabajadorxs ambulantes como senegaleses y manteras, la comunidad trans, travestis y lxs trabajadorxs sexuales.
“Yo aprendí un montón de cosas. Es bueno ser solidario, es bueno ser escuchado y escuchar. Es bueno luchar por lo que uno quiere, porque en algún momento sale, entre todos lo logramos, tiene que ser en conjunto” afirma Sole. Por su parte, Nelly dice que si tuviera que dejar el movimiento por algún motivo le costaría mucho, “me gustan las metas que tenemos, la ayuda, y si no hubiese estado en la organización iba a seguir quedándome en la casa y no haciendo nada, con mi marido que era machista. Crecí bastante en la organización”. Carmen por su parte contó que a ella le hizo muy bien ayudar a otra gente, solidarizarse con sus problemas y agrega “Antes era muy exigente en mi casa y hacía todo yo, ahora como estoy mucho en el comedor soy más independiente, cuando no quiero hacer algo no lo hago, que se encargue mi familia”.
“Hemos generado inserción organizando 1300 compañerxs en varias asambleas. Hemos logrado construir algo importante en poco tiempo, nacimos como movimiento en un momento en que los movimientos piqueteros estaban diezmados y venían recuperándose del proceso de cooptación del kirchnerismo (…). En el caso del fol había compas que venían militando desde el 96 y nosotros nacimos más de una década después y logramos acoplarnos acertando en momentos particulares y en el contexto en el que nos desarrollábamos” cierra Nicolás.