En distintos barrios de la periferia de La Plata las cooperativas del FOL comenzaron a sembrar y cosechar verduras con el objetivo de abastecer los comedores barriales y generar puestos de trabajo. Pero al poco tiempo el panorama se fue ampliando y crearon un productivo que elabora productos medicinales a partir de diferentes plantas.

“En estos encuentros surge un gran interés de las mujeres que integran las cooperativas en recuperar saberes ancestrales. Muchas de estas mujeres migraron del campo y siempre utilizaron plantas en su vida cotidiana, ya sea en el terere o en el mate ‘ellas tienen sus plantitas aliadas’” dijo una de las coordinadoras del espacio.

“Comenzamos a realizar talleres y capacitaciones en 2017. Enfocándonos en la huerta medicinal, el intercambio de saberes sobre plantas medicinales y realizando elaborados con ellas” agrega. Así los primeros productos que hicieron fueron repelentes y protectores solares, ya que por el trabajo que realizaban era una gran necesidad y muchas veces por el alto costo de los mismos había muchas trabajadoras que no podían acceder.

Luego continuaron con oleomacerados, tinturas madre, cremas, jarabes y ungüentos descongestivos. “El deseo de la cooperativa es que esta experiencia se replique en todos los barrios. Y que cada persona pueda conocer y experimentar el uso de plantas en la autogestión de la salud, para compartirlo con sus familias y amigues y que luego sea una futura fuente de trabajo para las familias y el barrio” aseguraron, y dicha perspectiva en mente elaboraron un video instructivo sobre cómo preparar los ungüentos en casa.

En el contexto actual donde la depredación y el extractivismo se profundizan llevando a la destrucción de la naturaleza, estas experiencias micro apuntan a generar conciencia, transmitir conocimientos y otras formas de relacionarse con el medio ambiente. Además las huertas poseen una funcion ecológica ya que contribuyen a atraer polinizadores y mejorar el suelo.

Otro aspecto favorable de este tipo de proyectos son las redes comunitarias y solidarias que se entretejen a su alrededor. Las integrantes del FOL remarcan que a partir de que comenzaron con la huerta se generó un vínculo más estrecho con el resto de los vecinos y vecinas del barrio que se acercan a pedir verduras y que referencian al lugar como un espacio colectivo.

A su vez, tiene un impacto directo en la salud de las personas que habitan la zona, ya que por un lado mejora la calidad y variedad de la comida del comedor, y además sirve como disparador para poder abordar el cuidado de la salud y para generar estrategias de conjunto que faciliten el acceso a la misma.