“Chaque”, de ocho años, jugaba en la calle con un amigo, justo en la entrada del Centro Comunitario del FOL. En las puertas de algunas casas habían otros vecinos mateando, alguna que otra moto pasaba cada tanto, una tarde fresca pero tranquila. Y todo fue muy rápido.

Sonó una detonación. Una estudiante del secundario dentro del Centro Comunitario se asoma y ve el cuerpito en el suelo. Comienza el griterío. Un joven del barrio lo levanta, rápidamente un vecino pone el auto a disposición y lo llevan al hospital de niños de San Isidro. La policía llega quince minutos después.

Más de uno que vive en barrios populares diría: “Esto pasa cotidianamente en mi barrio, no me estas contando nada nuevo.”

Y ahí está lo terrible, que la violencia sea algo cotidiano.

¿Dónde está el Estado? ¿Cómo es que está naturalizado que nuestros niñxs sean víctimas del fuego cruzado entre transas? ¿Para qué sirve la policía si sabe dónde se vende y no hacen nada? O peor: Saben y arreglan no decir nada.

¿Qué función cumple el Intendente Gabriel Katopodis si los transas siguen estando en los mismos lugares desde que él asumió hace siete años?

Hacemos responsable al gonierno local por la integridad de Chaque.