martes 23 de abril de 2024 - Edición Nº2273
Frente de Organizaciones en Lucha » Trabajo » 15 jun 2021

La Plata

Las mujeres a la cabeza en el trabajo de construcción

Los comedores y jardines que eran casillas se transforman en espacios de material, en donde las mujeres se empoderan y ocupan los lugares históricamente masculinizados.


El trabajo de construcción es un rubro históricamente ocupado por varones, pero de a poco las mujeres empiezan a hacerse su lugar. En La Plata integrantes del FOL se encuentran en la etapa de finalización de un comedor comunitario en barrio El Carmen y de un jardín popular en el barrio Altos de San Lorenzo. Las mujeres fueron las que se pusieron al hombro la tarea y hoy pueden asegurar que no hay ninguna razón para pensar que ellas no pueden hacer este tipo de trabajos.

El centro comunitario “Expropiemos el Futuro” fue uno de los primeros espacios del FOL en La Plata, allá por el 2011. Comenzaron con un terreno que les cedió un vecino, y allí instalaron una casilla pequeña donde realizaban el comedor para cientos de niños y niñas. Con el tiempo el lugar se fue ampliando y fue escenario de múltiples actividades como la asamblea, una sede del programa de terminalidad de estudios FINES, y un jardín popular.

En El Carmen, el centro comunitario “Oñondivepa” surgió a partir de las inundaciones del 2013. Un grupo de compañeras comenzó a hacer la copa de leche en la casa de un vecino, hasta que lograron conseguir un terreno y levantaron una casilla que las albergó durante todos estos años.

Así como fueron creciendo en número de participantes, también fueron haciéndose más grandes los sueños. A partir del esfuerzo y de la lucha para que el programa Potenciar Trabajo sea un impulso al trabajo cotidiano de las cooperativas, se logró iniciar las obras de material para tener un lugar más adecuado, cómodo y seguro.

“Fuimos comprando los materiales de a poco, porque están re caros, por eso avanzamos lento” dice Elsi, delegada de Expropiemos el Futuro, y agrega que ellas no sabían nada de construcción, pero que de a poco fueron aprendiendo entre todas y con la ayuda de un compañero que les iba enseñando. “Casi todas las mujeres levantamos esto, sin nosotras no se iba a hacer nada porque teníamos compañeros varones pero no le ponían onda, no ayudaban. Yo me siento feliz. Siempre dicen que vamos a hacer todo mal, que no íbamos a poder y ahora les cerramos la boca” cuenta orgullosa.

Lo mismo relata Alicia de Oñondivepa, quien vio como sus compañeras aprendieron a trabajar los materiales, a hacer la mezcla, encuadrar, hacer los pilotines, el encadenado y muchas cosas más. “Las compañeras se sentían realizadas. Había una compañera que decía que ahora no necesita al marido para levantar una pared. Y cuando una lo ve desde que empezamos con el terreno pelado, después haciendo la leche en una casilla, y ahora la construcción la verdad que es muy emotivo” dice.

Ambos proceso fueron muy enriquecedores, para la mayoría de las trabajadoras significó un gran desafío porque era la primera vez que veían un plano o hacían un revoque. El espacio de alguna manera sirve para discutir y deconstruir en el barrio los roles que histórica y culturalmente se les asignan a varones y mujeres. Estos lejos de estar relacionados con algo natural o biológico son imposiciones de la sociedad, que con el trabajo colectivo y de hormiga que hacen las mujeres en los barrios se van poniendo en tensión y transformando.

 

 

 

 

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