sábado 20 de abril de 2024 - Edición Nº2270
Frente de Organizaciones en Lucha » Trabajo » 20 may 2021

Demandas urgentes

Vacunas para las esenciales de los comedores: ¿Quién prepara las ollas cuando se contagian de covid?

El reclamo de los movimientos sociales, que ya lleva varios meses, llegó finalmente a oídos del gobierno. Pero aún no se ha implementado un plan concreto para avanzar con la vacunación.


El gobierno anunció hace algunas semanas que destinaría 70 mil vacunas para las trabajadoras esenciales de los comedores populares, pero aún dicha iniciativa no se ha efectivizado. Desde que comenzaron a llegar las primeras dosis, los movimientos sociales reclaman que se considere a las cocineras como trabajadoras estratégicas ya que son quienes se encargan de garantizar el plato de comida en la mesa de miles de personas. ¿Quién da de comer a las familias pobres cuando se enferman las esenciales?

En Capital Federal varias organizaciones impulsaron a lo largo de meses una campaña llamada “somos esenciales” para visibilizar el arduo trabajo cotidiano que llevan adelante las trabajadoras de los comedores comunitarios. Gracias a esta presión y visibilización se logró que el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta sea el que tenga más avanzado el proyecto para vacunar a este sector. Pese a que esa misma campaña se replicó luego a lo largo del país, los efectos no fueron los mismos. En el caso de la provincia de Buenos Aires siguen sin dar muestras claras de avance, siendo que el conurbano bonaerense es la zona donde existen los niveles más altos de pobreza y también de contagios por Covid.

Karina vive en La Plata y es una de las referentes del FOL en la zona. Cuenta que “A nosotras nos pasó que una compañera se contagió y con ella toda su familia. Esos 20 días que tuvimos que cerrar el comedor fue muy triste, porque los niños venían todos los días a ver cuándo se abría el comedor. Decían que a ellos no les importaba si había una compañera con covid que ellos querían llevarse los alimentos”.

Por su parte, Maribel integrante del FOL y promotora de salud en la zona sur del conurbano cuenta que “en los comedores se incrementaron las familias, si antes dábamos 50 viandas con la pandemia abastecemos a 150 o 200 familias”. Ella junto a sus compañeras de las ollas populares fueron las encargadas de abastecer a cientos de vecinos y de impulsar su propio operativo detectar, ya que el mismo no llegaba a los barrios cercanos.

Pasaban casa por casa relevando si había familias con síntomas para luego derivarlas a los médicos o a los números oficiales de asistencia para que les hicieran el hisopado. “Le pedimos al municipio de Almirante Brown que nos colabore con los insumos básicos y con el equipo de protección personal, pero solo nos trajeron un termómetro que no funcionaba” aseguró Maribel. Cuando había un caso confirmado eran ellas las que le llevaban bolsones de comida para que hagan la cuarentena.

Las trabajadoras de los comedores dedican un promedio de 6 horas diarias a cocinar para cientos de familias. Actualmente la mayoría de ellas se encuentran enmarcadas en el programa Potenciar Trabajo que hoy percibe un salario por debajo del nivel de indigencia. El hecho de que casi la totalidad de ellas sean mujeres no es tampoco una casualidad, sino que está relacionado al rol que históricamente se las ha asignado. Ellas son las primeras en verse perjudicadas por el aumento de precios de los alimentos, por el desempleo o por el trabajo precario, y ante esa realidad la mejor alternativa es organizarse de forma colectiva.

Cuando alguna promotora de salud o alguna de las trabajadoras de los comedores se contagia todo el barrio lo sufre, debido a que hay que aislar al resto de sus compañeras y por lo tanto cerrar el espacio por varios días e incluso semanas. El corte en el suministro de alimentos deja a muchas familias en un completo desamparo.

“Hubo situaciones en las que tuvimos que cerrar el comedor y la pasaron re mal tanto las compas como las familias del barrio. Te da impotencia no poder seguir ayudando a la comunidad porque el único lugar donde recibían la comida estaba cerrado y la gente preguntaba cuando volvía abrir el comedor” dice Maribel.

En este momento, Maribel junto a sus compañeras impulsaron una nueva campaña llamada “vacunate” que consiste en pasar nuevamente casa por casa para informar a la gente respecto a los beneficios de anotarse en el plan de vacunación y así contrarrestar los miles de mensajes de los medios masivos que se encargaron de difamar y generar temor en torno a las vacunas. También ayudan a las personas que no saben leer y escribir o que no tienen acceso a la tecnología para que puedan inscribirse.

El gobierno reconoce que en la actualidad existen 10 mil comedores en todo el país, pero el número en realidad es mucho más grande. En los barrios la gente se organiza y ayuda más allá de los registros del Estado. Entre varias personas buscan donaciones, recogen los cajones de verdura que se descartan en los mercados, ponen de su bolsillo o juntan de a puchitos lo que hay en cada hogar y abren un nuevo comedor en el patio de una vecina o en la placita de la esquina. No se puede esperar a que el gobierno los oficialice, porque el hambre no va al tiempo de los trámites burocráticos.

 

 

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