Más de 100 familias que trabajan en la cosecha vitivinícola habían quedado varadas en la terminal de Mendoza debido a que sus provincias de origen no habilitaban las autorizaciones para que pudieran volver a sus hogares en el marco del aislamiento social preventivo. Luego de cinco días de reclamo lograron los permisos y ayer pudieron regresar a sus hogares.

Desde el comienzo de la cuarentena el gobierno estableció a la cosecha de uva como una actividad esencial debido a que sino el fruto se pudre en la planta y no se pueden concretar las exportaciones. Esto hizo que las miles de personas que se habían trasladado a principio de año para la cosecha tuvieran que seguir trabajando, pero las patronales no garantizaron ninguna de las medidas preventivas para combatir el Covid 19. Al terminar el periodo de trabajo quisieron volver a sus hogares pero se encontraron con que sus provincias de origen les negaban el traslado a raíz de la pandemia.

“Cientos de familias pasaron varias noches en la terminal con hambre, frio y muchísimas necesidades, poniendo en riesgo su salud. Los movimientos sociales, organizaciones y asambleas por el agua colaboramos llevando comida y donaciones, pero lo que se exigía era que se mandaran los permisos para el traslado” contó Ernesto, militante del FOL que estuvo acompañando a quienes habían quedado varados.

Por su parte, María, militante del FOL en Salta, se encontraba acompañando a quienes esperaban a sus familiares varados en Mendoza. “Hay muchos maridos de mis compañeras que no pueden volver y se están gastando lo poco que recaudaron de la cosecha en estadía y en los recursos que necesitan para pasar la cuarentena. A los ricos les permitieron volver de sus grandes viajes al extranjero y a estos trabajadores recontra explotados los marginan y excluyen, es un desastre. El Estado es responsable de esta situación repudiable” afirmó.

La situación se solucionó recién ayer después de que se hiciera visible el reclamo y de que varias organizaciones se acercaran para ayudar. En una clara muestra de oportunismo, funcionarios del gobierno de Mendoza se acercaron a la terminal para forzar a los cosechadores a que se sacaran una foto agradeciendo al gobernador Rodolfo Suarez, luego de que este los dejara totalmente abandonados y sin ningún tipo de asistencia.

Este manoseo se suma a la total precariedad en la que viven quienes trabajan en este sector. Todos los años miles personas de distintas regiones se trasladan a otros puntos del país para desempeñarse en empleos temporarios relacionados sobre todo con diferentes tipos de cosechas, por eso se los conoce como “trabajadores golondrinas”. La migración temporaria de estas características tiene una larga historia en nuestro país y se relaciona con las formas de producción a gran escala de la actividad agrícola, frutícola y ganadera, entre otras.

El sector es uno de los más precarizados del mercado laboral y las condiciones de trabajo en muchos casos se asemejan a las épocas esclavistas. El gran porcentaje de trabajo no registrado hace que se vean sometidos a jornadas de más de 12 horas, salarios muy por debajo del mínimo y que en muchos casos se completan con el pago en vales, exposición a accidentes sin ningún tipo de seguro, hacinamiento y condiciones de alojamiento inhumanas, bajos índices de acceso a la salud y a la educación, y un gran porcentaje de trabajo infantil y trata de personas.

A su vez, los golondrinas intercalan periodos de ocupación con otros de subocupación o de desocupación, por lo cual muchas veces con lo que recaudan durante la cosecha tienen que sobrevivir varios meses. Esto contrasta con las grandes ganancias que levantan las empresas del sector, que en gran parte destinan sus productos a la exportación.