En el marco de un nuevo aniversario del desalojo en Guernica, un grupo de familias realizó un acto en la puerta del Municipio de Presidente Perón. Mientras tanto mantienen la exigencia con el gobierno provincial de la entrega de las viviendas que les prometieron. Las familias participan como veedoras en los avances de obra y son un sector clave para que el proyecto no naufrague.

Ana, una de las integrantes de la comisión de seguimiento, relata todas las idas y vueltas que tuvieron que atravesar en estos años: “primero nos prometían lotes más servicios en 180 días; después las viviendas, que hace 5 años esperamos y ahora empieza a haber un avance. Son 4 sectores en construcción, el sector D es el que está más avanzado con un 65, 70% de construcción. Por eso, estamos yendo a La Plata para hablar con los funcionarios para ver si nos dan respuestas más concretas respecto de la adjudicación, cuando finalicen la obra o por lo menos las del sector D.”

El proyecto se está llevando a cabo en el mismo predio que había sido ocupado. Si, en aquel mismo lugar donde 1500 familias sufrieron un atroz desalojo por parte del ministro Sergio Berni y de Axel Kicillof, con miles de efectivos que entraron armados como para la guerra.

En aquel momento, un grupo de vecinos se había organizado y había presentado un proyecto propio, bien pensado, con espacios verdes, con servicios y lugares destinados a una escuela, una sala de atención primaria, una plaza. Pero nada importó, para el gobierno primó la necesidad de mostrar fuerzas y mano dura, frente a Blanca Canteros, una intendenta insensible que reclamaba que rodaran cabezas, y frente a una sociedad que en el marco de la desesperación comenzaba a dividirse cada vez más.

Cinco años es mucho tiempo 

La recuperación de tierras de Guernica se produjo en uno de los momentos de mayor estrés social a nivel mundial. La pandemia del Covid 19 era un fenómeno completamente nuevo, que estaba arrojando a millones de personas a la pobreza más absoluta, en completa soledad y aislamiento. La misma había comenzado en marzo del 2020 y para julio, momento en que se produce la toma, lo que se pensaba que iba a durar solo un par de meses, parecía no tener un fin asegurado.

En ese contexto, miles de familias perdieron su trabajo o changa, muchas otras ni siquiera podían acceder al IFE, que era el plan de asistencia económico que había lanzado el gobierno. Este marcó agudizó además un problema de larga data que tiene que ver con las enormes dificultades para acceder a la vivienda en Argentina.

Para ese entonces, miles de personas vivían hacinadas en hogares precarios y pequeños, donde no había posibilidad de llevar adelante un aislamiento seguro si alguien se contagiaba, ni mucho menos las condiciones de higiene que se requerían. Para quienes alquilaban y se quedaron sin trabajo, la situación se volvió intolerable.

Es así que el 20 de julio del 2020, en pleno invierno, miles de personas se lanzaron a recuperar un predio enorme que hace tiempo estaba vacío. Enseguida el lugar se fue ocupando con más y más familias, que entre chapas y nylon intentaban construirse un refugio. Gran parte de las primeras pobladoras, eran mujeres con niños/as; muchas eran madres solteras, otras tantas sufrían violencia de género. En todas las actividades que se hicieron durante estos años se recuerda a Ayelén Jara Gutiérrez que fue desalojada del predio, y meses más tarde fue asesinada por Hugo Ayala, el violento del que había escapado en Guernica.

Frente a una sociedad cada vez más individualizada, que llevaba varios meses de aislamiento, que veía como su economía se deterioraba a gran velocidad, el proceso de recuperación de tierras se ganó rápidamente adeptos y detractores. Los medios de comunicación, en su gran mayoría, fogueaban la estigmatización y criminalización de quienes en un acto desesperado buscaban hallar un poquito de esperanza para sus vidas.

En un lapso corto de tiempo se iniciaron decenas de recuperaciones en todo el conurbano. Se llegó a construir una coordinadora de recuperaciones de tierra que llegó a movilizar a la Casa de la Provincia en el centro porteño. Guernica fue una de los procesos más grandes de los últimos tiempos. Implicó para cientos de familias un proceso de organización, de aprendizaje, de colaboración y de lucha muy importante. Su desalojo violento marcó el destino de las otras experiencias.

Aquella experiencia, que comenzó de manera espontánea, inmediatamente fue fortalecida por diversos movimientos sociales, entre ellos el Frente de Organizaciones en Lucha, que se sumaron a socializar los conocimientos organizativos acumulados en muchos procesos de lucha y resistencias por tierra y vivienda.

Luego de tanto tiempo de espera, son esas mismas organizaciones las que siguen reclamando respuestas y presionando al gobierno para que se avance con las obras. A su vez, son las que han iniciado proyectos propios de construcción de viviendas y barrios organizados, como lo es el barrio Norita Cortiñas que lleva adelante el FOL.