Experiencias de bio-construcción en el conurbano bonaerense
Junto con Hermano Barro, la regional Sur realizó un encuentro para construir una estufa Rocket en la zona rural de Florencio Varela. La instancia fue además un espacio de intercambio de saberes sobre otras formas de relacionarse con la naturaleza.
La permacultura, el encuentro e intercambio fueron el escenario que se vivió en el taller organizado entre Hermano Barro y el FOL en la regional Florencio Varela-Quilmes. El objetivo era construir una estufa Rocket para calefaccionar la vivienda que se encuentra ubicada en el campo que tiene dicha regional, pero la instancia fue más allá de eso y se transformó en un espacio de socialización de saberes, de aprendizaje y de conexión con la naturaleza, algo que caracteriza a toda minga.
La minka o minga es una tradición de los pueblos prehispánicos relacionada al trabajo comunitario, colectivo y a la reciprocidad, que pervive hasta la actualidad. “Los pueblos originarios se juntaban a compartir algo en comunidad, la construcción de una vivienda, de un espacio en común, alguna celebración, una comida que nos une” relata Lucas Pousada, uno de los experimentados estuferos de Hermano Barro.
Lucas explicó que estas instancias no son simplemente un taller sino una forma de vida, que apunta a una convivencia más armónica y respetuosa con el entorno y el ambiente, en la cual se construye de una forma sustentable valorando los materiales que brinda la naturaleza. En el transcurso de la jornada remarcó la importancia de la presencia de niñes. “Las infancias crecen alrededor de estas movidas y ya desde chiquitos pueden vivir otras formas desde el hacer, desde el participar, desde pegar un ladrillo, desde compartir con gente que no conocen una guitarreada, un fuego, un desayuno, un abrazo o una celebración”.
La permacultura se trata un poco de eso, es una filosofía de vida que busca satisfacer las necesidades humanas actuales sin comprometer el futuro y la naturaleza, es por eso que apunta a mimetizarse con el ecosistema. Es, de alguna forma, el modo de prefigurar el mundo por el cual también lucha el FOL.
La estufa que se construyó en esta oportunidad es un modelo llamado Chuncana, un dispositivo que supera el 80% de eficiencia. Eso significa que del 100% de leña que se quema el 80% se transforma en calor dentro del hogar y el 20% sale por la chimenea en forma de vapor o gases apenas perceptibles. “Son dispositivos que entregan calor parejo y prolongado, almacenándolo en su mampostería. Se hacen combustiones fuertes y rápidas de dos o tres horas, se almacena todo ese calor en los ladrillos y luego te entrega durante 24 hs sin fuego. De esta manera uno puede ahorrar en leña y se eleva el confort y la calidad de vida en épocas invernales” explicó Lucas.
Además la forma de construcción es relativamente sencilla y casi no se necesitó comprar materiales, sino que se utilizaron los que había disponibles en el campo. De todas maneras, tanto Lucas como Micaela, otra de las talleristas, remarcan que para la permacultura no hay recetas fijas, sino que las mezclas de barro deben hacerse teniendo en cuenta las condiciones de cada territorio.
Micaela Mora, quien estuvo socializando sus conocimientos sobre revoque en barro, dijo que fue un espacio de aprendizaje muy enriquecedor y remarcó que, al contrario de lo que sucede con la industria de la construcción, la cual es muy contaminante y destructiva, “tener una casa de barro es muy beneficioso, porque es una casa viva, que todo el tiempo va a estar absorbiendo el clima exterior y autorregulándose con el clima interior. Las casas de barro absorben la humedad del ambiente y lo liberan al exterior, es buena para gente que sufre de asma, o en zonas que hay mucha humedad. El clima dentro de la casa va a ser seco y fresco”.
Además agregó que “es súper importante que los espacios cooperativos tomen el tema del reciclaje y del cuidado del ambiente. La lucha es constante en la calle, por los derechos humanos, pero la lucha también se hace en el ambiente, y si lo cuidamos también nos cuidamos nosotros y a la tierra, me parece importante que estos temas se aborden en los espacios cooperativos”.
Del taller participaron alrededor de 13 personas de distintos ámbitos, que sin conocerse pudieron compartir un grato momento aprendiendo desde la práctica y desde la teoría. Ana, integrante del FOL y una de las organizadoras del taller, dijo que también sirvió para generar contactos con personas de distintos lugares, intercambiar conocimientos y que también conozcan al FOL. Para finalizar hizo hincapié en que “como organizaciones sociales apostamos a la construcción colectiva para vivir dignamente” y en ese sentido la bio-contrucción es un gran aporte a prefigurar otros mundos posibles.