Abuso sexual en la infancia y adolescencia: hablar es empezar a prevenir
El 19 de noviembre es el día mundial para la prevención del abuso sexual en las infancias. Hoy se realizarán actividades en el Congreso para visibilizar la problemática.
Por sexto año consecutivo, el Colectivo en Lucha Contra el Abuso Sexual en las Infancias convoca, junto a otras organizaciones, a una jornada que se realizará hoy a partir de las 16 hs en Plaza Congreso con el objetivo de visibilizar la problemática, concientizar y brindar herramientas para poder prevenir este tipo de delito.
La actividad contará con diversas actividades para niños, niñas y adolescentes, entre las que se encuentran un taller de cuentos a cargo de la Campaña Nacional Contra las Violencias Hacia las Mujeres; un taller de autodefensa para jóvenes; grupo de percusión de niñes; feria autogestiva, mesa de grabado y serigrafía, material de recursos e información.
Según datos de Unicef 1 de cada 5 niñas y 1 de cada 13 niños sufren o sufrieron abuso sexual antes de llegar a los 18 años de edad. De estos casos sólo se denuncia el 10%, y de cada 1000 denuncias solo una tiene sentencia firme, perpetuándose la impunidad en la mayor parte de las ocasiones. Pero, entre enero y septiembre de este año las denuncias a la línea de Abuso Sexual contra la Infancia aumentaron un 53,07% con respecto al mismo periodo del año anterior.
Desde el Programa Victimas Contra las Violencias argumentan que esa suba pudo estar relacionada a la denuncia efectuada por Thelma Fardín junto al colectivo Actrices Argentinas, contra el violador Juan Darthes, durante diciembre del 2018. Su caso contribuyó a poner sobre agenda un flagelo que sufren a diario cientos de niñas y niños, y comenzar a hablar de esto es un factor fundamental para que otras personas se animen a denunciar.
Una de las características que tiene este delito es que en el 75% de los casos los abusos son cometidos por personas del círculo cercano a la familia (tíos, padres, amigos, hermanos, abuelos). El 89% son perpetuados por personas del género masculino, y en el 40% de los casos el padre mismo es el agresor.
A su vez, hay otras particularidades en este tipo de casos, como por ejemplo que el abusador manipula el poder y carga a la víctima con la responsabilidad del secreto a través de amenazas o mediante la “normalización” diciéndole que lo le hace es natural y que en todas las familias padres e hijas tienen este tipo de relaciones. Así la niña/niño vive con la certeza de que lo que está sufriendo es incomunicable, cuestión que durante mucho tiempo se vio favorecida por la consideración de que los asuntos de las familias son “privados” y que por lo tanto el Estado no podía intervenir.
El sentimiento que domina a las niñas/niños en estas situaciones es el de la confusión y perplejidad, ya que las personas que deberían brindar protección y cuidado son las que están llevando adelante la agresión. La magnitud del terror y el impacto que tiene sobre la psiquis del niño/a es tal que muchas veces cuando se animan a contar lo que está sucediendo los relatos se presentan fragmentados, parciales o incluso con retrocesos o retraimiento, lo que es consecuencia lógica de la agresión que está viviendo.
Frente a esto, la respuesta que reciban por parte de los/las adultos/as y de las instituciones por las que transita es crucial, y determinará la posibilidad de empezar a sanar lo vivido y salir de la violencia, o por el contrario permanecer bajo el ala del agresor.
En ese sentido, cabe remarcar que no hay posibilidad de que un niño/niña invente un abuso y como explican distintos psicoanalistas no hay forma de que la fantasía infantil describa una situación de sexualidad genital adulta si no lo vio, vivió o estuvo en contacto directo con ella. A su vez, en esta misma línea la psicóloga de niños y adolescentes Susana Toporosi explica que “la sexualidad vista por la televisión, aunque provoca un exceso de excitación, de ningún modo alcanza para producir los efectos traumáticos que genera la visión directa, intrafamiliar de la sexualidad adulta”.
Por este motivo, es fundamental que las y los profesionales que tratan con las infancias estén capacitados en detectar los signos tanto físicos como psicológicos que manifiestan los niños y niñas abusados. Sobre este punto se vuelve fundamental la efectiva implementación de la Ley de Educación Sexual Integral, ya que la misma otorga herramientas tanto a docentes como a estudiantes para identificar estas situaciones y saber cómo actuar o defenderse.