La crisis económica viene en ascenso y cada vez son más los sectores que no llegan a fin de mes, esta no es una buena noticia para el macrismo en un año electoral. A raíz de esto el gobierno negoció un mayor porcentaje del préstamo pautado con el FMI para destinarlo a asistencia social.

El acuerdo con el Fondo establecía que se podían destinar 37.000 millones de dólares para gasto social, de los cuales ya se implementaron 15.000 millones para el aumento de la Asignación Universal por Hijo que anunció Macri a principios de marzo. Ahora a eso se le agregarían 20.000 millones más.

De esta manera el Organismo Internacional deja en claro que uno de sus objetivos es que Cambiemos pueda llegar a las elecciones mejor posicionado para una posible reelección. El fin de estos mayores montos para programas sociales y asistencia a los sectores más empobrecidos, es tratar de calmar un poco los ánimos y el descontento.

Es decir que estas medidas están lejos de generar una transformación de fondo a los problemas estructurales que viven millones de personas a lo largo del todo el país. Por el contrario actúan como un parche que no posibilita a nadie salir de la pobreza y ni siquiera del nivel de indigencia. Los aumentos de la AUH serán rápidamente absorbidos por la inflación, que no para de subir a ritmos acelerados y que se espera que este año termine en un 35%.

A su vez, destinar más fondos para contener el conflicto social implicará que el gobierno tenga que ajustar en otras áreas claves como probablemente sean la obra pública que ya viene en caída desde hace varios meses, a la vez que la inversión en salud y educación también presenta un grado de insuficiencia alarmante.

En paralelo, los movimientos sociales preparan una nueva medida de protesta ya que el gobierno no ha dado ningún tipo de respuesta a sus reclamos. Exigen trabajo genuino y aumento salarial, además de la sanción de la Ley de Emergencia Alimentaria porque el hambre en los barrios no se aguanta más.