Santiago del Estero
El acceso a la salud: una misión imposible
Hospitales vaciados y salitas sin insumos son parte de la vida cotidiana en el norte santiagueño. La desidia, el abandono del Estado y el negocio de la medicina privada, se cobra la vida de cientos de personas.
A las dos de la tarde la Unidad Sanitaria en la localidad de El Caburé, Santiago del Estero, se encuentra totalmente vacía. “Si te enfermas tiene que ser desde las 7 de la mañana hasta el mediodía, de lunes a viernes” Dice Carlos Vallejos, vecino de la zona y militante del Frente de Organizaciones en Lucha. El horario es restringido porque el comisionado municipal contrató a un solo agente sanitario para atender a los más de 1200 habitantes que viven en la localidad y al resto de las personas que se acercan de otros parajes.
La muerte por causas evitables, los partos improvisados a la mitad de la ruta, el cáncer en estado avanzado, las cabezas de niños y niñas llenas de sarpullido y los problemas de crecimiento y desnutrición son moneda corriente en el norte santiagueño. En Monte Quemado, Las Lomitas, Los tigres, El Caburé, Pirpintos y Pampa de los Guanacos la escena se repite día a día y sus pobladores denuncian el completo abandono del Estado.
“Hace algunas semanas hicimos una movilización porque la ambulancia no funcionaba, tuvimos que pedir que la manden al taller mecánico que queda en otra localidad. Así que todavía seguimos a la espera de que la traigan. En los hospitales de acá la única solución que dan es derivar, si te llevan a Pampa de los Guanacos o a Monte Quemado ya sos consciente que de ahí te van a mandar a Santiago Capital o a Sáenz Peña, Chaco”, continua Carlos.
La ambulancia es un bien preciado en la zona, ya que es la que garantiza los inevitables traslados de un pueblo a otro en búsqueda de atención medica. El “Hospital Regional del Norte Grande Francisco David” ubicado en la ciudad de Monte Quemado es el primer destino de muchas de las personas que vienen en los poblados cercanos, pero allí la situación es la misma. El edificio fue inaugurado en el año 2007, pero desde aquel momento la estructura que ocupa una manzana es una cascara vacía.
Ramona y Ruth otras dos delegadas del FOL que viven en Monte quemado cuentan: “Adentro no hay insumos ni equipamiento. El hospital tendrá entre 5 o 6 médicos que son los mismos que trabajan en las clínicas privadas, entonces se sacan licencia del hospital y no ponen ningún reemplazo. El gobierno dice que no hay para invertir en médicos que se animen a vivir acá, porque los de la capital no van a dejar de estudiar o actualizarse para venir a integrarse a un pueblo”.
A la desidia del Estado se le suma el negociado de la medicina privada, el afán de lucro del personal médico y la falta de empatía con una población que tiene todos sus derechos vulnerados. Según el Indec, la pobreza en Santiago del Estero alcanzó al 47% de los habitantes en el 2019 y es la que registra el nivel más alto de miseria en la infancia. A su vez, es la que tiene mayor porcentaje de jóvenes (24,69%) que no estudian ni trabajan, ni terminaron el secundario.
La mayor parte de la población rural trabaja en el desmonte, en los aserraderos, en la producción de carbón y un número más pequeño en la cría de animales. Son empleos mal pagos, no registrados y donde la esclavitud parece no haber terminado. Por eso es muy difícil que la gente pueda acceder a pagar una consulta de 800 pesos, una ecografía de 1800 o una cirugía.
“Desde el FOL hacemos actividades a beneficio como venta de empanadas, loterías familiares, pan casero y campeonatos de penales, y vamos juntando la plata para ayudar a nuestros compañeros en lo que se puede. Por ejemplo tuvimos un compañero al que le hicieron mal una colonoscopia y le lastimaron el intestino, entonces por medio de la organización conseguimos un turno en una clínica privada de Santiago y la operación salió 32 mil pesos” Relata Ramona.
Hacerse los chequeos durante el embarazo, darse una vacuna, hacer un tratamiento en el dentista, acceder a los métodos anticonceptivos, o acudir a una guardia por una gripe o un accidente puede parecer algo común para la mayoría de las personas en una ciudad. Pero en el norte santiagueño se vuelve una misión casi imposible.
“para parir tenes que ir a la capital o a Chaco. Hay muchas veces que mandan la ambulancia con 2 o 3 embarazadas para no gastar tanto, y después las traen de vuelta porque no están en fecha. Cuando ya están para tener, por ahí no consiguen la ambulancia y se termina muriendo el bebé. Son situaciones jodidas, vos vas al médico con la esperanza de que te contengan, que te dejen tranquila de que salís de ahí con tu bebé, pero ni siquiera sabes si te van a poder atender” dice Ruth. Las historias felices de remiseros que se convirtieron de golpe en parteros, o las tristes de bebés que no sobrevivieron por no tener una incubadora abundan en la memoria popular de los santiagueños.
Por otro lado, la situación laboral de los agentes sanitarios también es precaria y difícil. Romina, otra integrante del FOL, vive en Monte Quemado pero de lunes a viernes a las 8 de la mañana recorre varios kilometros para llegar a la salita de uno de los parajes de la zona. “Desde hace dos años estoy trabajando sin contrato, el comisionado se había comprometido a pagarme 6 mil pesos, pero nunca me ha pagado eso. Algunas veces me da 3 mil, otras 2800. Yo lo hago porque lo necesito, porque me gusta y porque me da mucha lástima la situación de la gente”.
Para peor, la salita no tiene ni luz, ni agua, ni baño y el comisionado municipal no ha respondido ninguna de sus cartas de reclamo. Entonces Romina sale a hacer visitas domiciliarias a las más de 200 familias que tiene registradas. “Pero lo único que hago es ir y hablarles de cosas básicas porque no tengo nada para darles” afirma.
Según lo que pudo observar Romina, hay muchos casos de desnutrición, de problemas de crecimiento en los niños y niñas, y afecciones dermatológicas que están relacionados con que en muchas localidades no hay agua potable y la gente recoge el agua de estanques podridos o de donde toman los animales. A su vez sorprende los casos de cáncer avanzado, ya que la gente al no poder controlarse no sabe que tiene la enfermedad.
Ante esta realidad las y los santiagueños optan muchas veces por la automedicación, por soportar el malestar y la enfermedad o por ver morir a sus familiares sin nunca saber las causas. Pero otros tantos y tantas, han comenzado a encontrar en la organización y en la solidaridad un camino para enfrentar las penurias cotidianas y para reclamarle al Estado con más fuerza.
“El FOL acá empezó en El Caburé y después se fue extendiendo. La primera vez que salimos a la calle fue medio raro, porque la gente del interior no está acostumbrada a las movilizaciones, las mirábamos por la tele y pensábamos lo peor de los piqueteros, que era algo malo. Pero vinieron unos compañeros y nos dijeron que el FOL no podía prometer nada, que éramos nosotros los que teníamos que levantarnos. Entonces nos agarramos de eso porque era distinto a lo que siempre nos decían, no teníamos nada que perder y exploramos a ver si era la salida” recuerda Carlos.
A partir de ahí comenzaron a pelear por la planta potabilizadora de agua. Luego de muchas marchas, viajes a la capital y discusiones con distintos funcionarios lograron que se ponga en marcha el proyecto y hoy sólo falta la conexión domiciliaria. A partir de esa lucha entablaron contacto con Ramona de Monte Quemado y así comenzaron a crecer hacia otras localidades.
“Nosotras somos fans del FOL” dice Ramona, y Ruth continua “Nos ayudó a crecer mucho, a madurar, a tener mayor confianza en nosotras como mujeres. No nos sentimos solas porque sabemos que una organización nos ampara. El gobierno nos robo la comida de los niños, nos robó la dignidad, nos robó la esperanza de estar mejor. Por eso, luchamos para que se nos reconozca como mujeres trabajadoras, jefas de hogar, como madres que se ponen al hombro la educación de nuestros niños”.
Como en tantas otras situaciones, son los movimientos sociales los que terminan dando respuesta a las necesidades más básicas y urgentes de las personas. En estos espacios vecinas y vecinos encuentran en conjunto soluciones a los problemas comunes que padecen y formas de masificar y visibilizar sus reclamos siempre postergados por todos los gobiernos.
.