El 8 de enero el portón de la Planta de Reciclaje de la ciudad de Apóstoles apareció con un candado que le impidió a Karina entrar a realizar sus tareas cotidianas. Desde adentro, el sereno grito que no iba a pasar nadie y que si intentaban hacerlo los sacarían con la policía. De esa manera, les 12 cooperativistas del Frente de Organizaciones en Lucha se enteraron que estaban despedides.  

-“Le pedimos por favor que nos dejen agarrar nuestros materiales, pero nos sacaron corriendo como perros. Nos están discriminando con todo lo que nos hacen” dijo Karina.

El contrato con la cooperativa del FOL se firmó hace más de tres años a raíz del reclamo por trabajo digno que venía llevando adelante la organización. Pero ahora la nueva gestión argumenta que la decisión es que la planta siga funcionando pero “sin gente de afuera”.

Por este motivo, desde el domingo a la noche se encuentran acampando frente a la Municipalidad a la espera de que la intendenta María Eugenia Safrán responda a sus reclamos. Hasta el momento, sólo les han ofrecido un contrato para menos cantidad de compañeres y con una reducción del 50% del monto que recibían antes.

-“Queremos saber a quién van a poner en nuestros puestos, porque a nosotros nos dijeron que la Municipalidad no es una fuente de trabajo” expresó Karina, indignada.

Ella sabe del esfuerzo que representaba trabajar en la Planta de reciclaje: de lunes a viernes se levantaban a la madrugada para viajar hasta el lugar por caminos rurales, en moto o en bici, y bajo la lluvia, el frio o la helada. La Municipalidad nunca garantizó el medio de transporte, ni la indumentaria adecuada, ni los elementos de seguridad, ni el mantenimiento de las maquinas. De todo eso se hacían cargo les cooperativistas.

La rutina comenzaba pasando los residuos por una cinta para clasificarlos en plástico, papel, hierro, aluminio y cobre. Los lunes, miércoles y viernes salían al mediodía, pero los martes y los jueves se quedaban de corrido hasta las 16 hs para prensar el cartón y el plástico para luego venderlo y hacerse unos pesos extras. El sueldo dependía del volumen de residuos que había y la cantidad de horas que les llevaba trabajarlos, pero nunca superaba los 7700 pesos.

Karina, como muchas otras mujeres del movimiento, es madre soltera de cinco hijos/as, y desde muy joven trabajó en casas de familias para poder darles todo lo que ella nunca tuvo, pero la plata nunca le alcanzaba. Por eso cuando una amiga le comentó sobre las asambleas del FOL y la posibilidad de conseguir un trabajo, Karina no lo dudó y comenzó a participar.

-“Ganaba más en la organización que trabajando de empleada domestica. Pude sacar adelante a mis hijos y en muchas cosas me doy cuenta que estoy creciendo gracias a la organización” recordó. Hoy es la delegada del cabildo San Martin en el cual participan más de 105 personas.

A pesar de que no baja los brazos, ella y sus compañeros/as están muy preocupados, ya que desde el municipio mantienen una postura muy dura y los han difamado por los medios para hacerle creer al pueblo que no desempeñaban bien sus tareas en la planta.

-“Me pongo mal por todo lo que está pasando, y porque mis dos hijos menores tienen problemas de salud, si nos dejan sin trabajo me va a costar mucho conseguir los medicamentos. Me gustaría que los funcionarios tomen conciencia de lo que nos están haciendo y que nos reincorporen prontamente a nuestras labores. Todos tenemos una familia que mantener”

Por turnos de mañana y de noche se van organizando para sostener el acampe, algunes preparan la olla para compartir, otres se encargan de la seguridad y un grupito de llevar adelante el dialogo con el municipio. La presencia del resto de los compañeros y compañeras del FOL es lo que les da fuerza para sostener la lucha y en algunas horas decidirán en asamblea cómo con continuar con el reclamo.